El día 9 de noviembre
vino una profesora de yoga para darnos una clase.
El yoga es un modo maravilloso de vivir y de
vivirte. Un camino de evolución personal que te lleva tan lejos como tú quieras
llegar.
Nos sirvió para relajarnos y estar tranquilos. Para realizar la sesión
bien: nos quitamos las zapatillas y la mayoría trajimos chándal o ropa cómoda.
Empezamos moviendo el
cuello, los brazos, las manos, la
cintura, las piernas y los pies. Después con los ojos cerrados, tumbados en las
colchonetas escuchamos la música suave y una historia que la profesora nos
contó y así nos quedamos un rato relajados en las colchonetas. ¡Nos encantó
esa sensación!
Hicimos posturas típicas
del yoga: el perro, el gato, el arquero...
La experiencia, en
general, nos gustó bastante y no nos
importaría repetir algún día.
Desde aquí queremos dar
las gracias a Rocío, la profesora, que nos hizo pasar un rato muy agradable.
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